Mamá está ausente por lo que a papá le toca asumir su deber de padre mientras ella no está en casa. Todo marchaba perfectamente hasta que su bebé decidió darle un regalo y llegó el desagradable momento de cambiar el pañal con popo.
Al ser un papá primerizo (totalmente novato), no tiene mucha idea de lo que es está experiencia. Pero como mamá no está, no se puede escapar de su deber. Tiene un pañal que cambiar y él dice “ninguna cosa es demasiado grande para mi” Puedo hacerlo! ¡Al menos eso pensaba él!
El saca las toallitas húmedas y un nuevo pañal antes de empezar la parte dura del proceso. Hasta el momento las cosas van bien y no se ha sentido abrumado por la presión. Hasta que echó un “ojo” al pañal sucio para ver a lo que se iba a enfrentar. Se toma su tiempo para preparar el nuevo pañal que le colocará al pequeño, lo abre, desplega bien las esquinas: el sabe lo que le espera, pues ya verificó la situación antes del cambio.
Su pequeño tesoro, tiene un pañal muy apestoso y con una cantidad de “popo” que papá no se esperaba. Agarra el primer wipes para limpiar la nalguita de su niñito, y luego de repente le dan náuseas ¡quiere vomitar! Él trata de aguantar como un macho la difícil situación, bailando y cantando mientras sigue limpiando, pero nada pudo distraerlo del desagradable olor. Siempre tuvo arcadas y ganas de vomitar durante todo el proceso del cambio del pañal y fue muy divertido.
El solo trata de respirar aire fresco. Ese tierno y dulce bebé no tiene ni idea de que su papá tiene una nariz muy sensible y un estómago muy débil. Finalmente completó su tarea, y le puso un pañal limpio a su hijo. Pero de verdad que fue muy gracioso ver las charlas de ánimo que se daba a sí mismo mientras cambiaba el pañal, es inevitable reír.