Sabemos que a veces es muy difícil no gritarle a tus hijos, incluso para muchas se convierte en la forma natural de dirigirse a sus pequeños.
La educación de los niños no es tarea fácil ni sencilla, y menos después de un día muy duro de trabajo y llegamos a casa muy cansadas a tener que lidiar con un pequeño de 2-4 años que no quiere cenar, no quieren que lo bañen o que no quiere irse a la cama a la hora debida .
Ese es un momento en el que llevamos acumulada toda la tensión de una jornada laboral tanto para las madres que trabajan fuera de casa como para las ama de casa. Después de tener ese día tan pesado lo único que queremos es desconectarnos de todo y estar en silencio, tomar un baño tranquila, poder escuchar una música relajante o ver la tv tranquilamente.
Sin embargo, se presentan obstáculos para llevar a cabo nuestro deseos y hemos de sortearlos… al comienzo con buena cara le decimos “ven mi amor, vamos a bañarte que después vas a comer tu cena favorita”, entonces el responde con un “no”, sigue correteando y jugando por toda la casa haciendo caso omiso a nuestras palabras.
Poco a poco nos notamos más tensa, lo controlamos y continuamos con el tono neutro, manteniendo un tono de voz sosegado, hasta que sin darnos cuenta comenzamos a gritar al pequeño. “MARCOOOOOOOS, vamos al baño INMEDIATAMENTEEEEE, cuando nos acercamos a ellos con cara enojada o de pocos amigos.
Otra vez te han ganado los gritos frente a la calma de la palabra y la razón. Todos sabemos que en teoría todo es mucho más sencillo que en la práctica, sabemos como es más adecuado actuar, lo sabemos, pero… hay momento en que perdemos el control.
No le grites a tus hijos, habla con ellos
Un grupo de científicos estudió los efectos de uno de los métodos a los que suelen recurrir las madres para educar a los más pequeños. Así, la técnica de subir la voz y apelar a insultos y descalificaciones fue puesta bajo lupa. ¿Cuál fue el resultado obtenido?
Un 45% de los padres admitieron apelar a la disciplina verbal, lo cual se verificó al descubrir que estos niños desarrollan más problemas de conducta que el resto.
Los expertos investigadores concluyeron que gritar a menos despierta comportamientos destructivos. De este modo, se sostiene que al gritar no se disciplina al niño. En cambio, lo que se despiertan son manifestaciones agresivas y depresivas.
Los especialista afirman que la agresión verbal mata. No es para menos, si consideramos que provoca las mismas consecuencias emocionales que la agresión física. Por eso, mamá, no le grites a tu pequeño.
También hay ocasiones en la que le gritamos al niño en público lo que puede acarrear consecuencias nefastas. En tal situación el niño se siente avergonzado, haciendo que su autoestima se vea afectada. Así, la relación del niño con sus padres cambia. Ya él no lo ve como figuras de autoridad, sino que solo le despiertan temor.
¿Cómo le afecta esto al niño?
Bajo rendimiento en la escuela, mentiras constante a los padres, peleas con los amiguitos de la escuela, tristeza repentina, agresividad, y depresión son algunas de las consecuencias de gritarle o alzarle la voz a los hijos “el daño ya está hecho”.
¿Qué puedo hacer yo?
Para controlar el enojo y las emociones primero respira profundo antes de dirigirte al pequeño, una vez calmado pues acércate a él. Ahora bien, en caso de haberle gritado al niño, debes pedirle perdón y explicarle que lo ama y que actuaste de esa manera porque estaba enojada, pero que no volverá a suceder.