Cuando Margaret Hawkins Boemer estaba embarazada de 16 semanas fue a un chequeo de rutina y en la ecografía descubrieron una anomalía, la bebé tenía un tumor en su columna vertebral. La masa estaba desviando la sangre de la bebé, lo que aumentaba las posibilidades de un fallo cardíaco.
La recomendación que les daban la mayoría de los médico era “abortar”, los padres se negaban, querían tener a su bebé, encontraron un médico que respaldó su decisión de salvar la vida de su bebé. Este era un embarazo gemelar, y la madre ya había perdido al otro gemelo que también era una niña.
Por la urgencia del caso, se realizo una cirugía fetal a las 23 semanas de gestación, que supuso que el feto saliera completamente del útero. “Es un gran milagro poder abrir el útero de esa manera y sellar todo de nuevo y hacer que todo funcione”, dijo el cirujano.
Los médicos descubrieron que e tamaño del quiste era casi del mismo tamaño que la bebé, a quien habían dado un 50% de posibilidades de sobrevivir. Durante la operación no pudieron remover todo el tumor, la bebé fue devuelta al útero con parte de esté.
La madre estuvo en reposo en resto del embarazo y Lynlee Hope nació por segunda vez por cesárea a las 36 semanas de gestación. Tras 8 días, una segunda operación eliminó los restos del nódulo.